Ainsworth diseñó una situación experimental, la Situación del Extraño (Ainsworth
y Bell, 1970), para examinar el equilibrio entre las conductas de apego y de exploración,
bajo condiciones de alto estrés. La Situación del Extraño es una situación de laboratorio
de unos veinte minutos de duración con ocho episodios. La madre y el niño son
introducidos en una sala de juego en la que se incorpora una desconocida. Mientras esta
persona juega con el niño, la madre sale de la habitación dejando al niño con la persona
extraña. La madre regresa y vuelve a salir, esta vez con la desconocida, dejando al niño
completamente solo. Finalmente regresan la madre y la extraña. Como esperaba,
Ainsworth encontró que los niños exploraban y jugaban más en presencia de su madre, y
que esta conducta disminuía cuando entraba la desconocida y, sobre todo, cuando salía
la madre. A partir, de estos datos, quedaba claro que el niño utiliza a la madre como una
base segura para la exploración, y que la percepción de cualquier amenaza activaba las
conductas de apego y hacía desaparecer las conductas exploratorias.
Ainsworth encontró claras diferencias individuales en el comportamiento de los
niños en esta situación. Estas diferencias le permitieron describir tres patrones
conductuales que eran representativos de los distintos tipos de apego establecidos:
1. Niños de apego seguro (B). Inmediatamente después de entrar en la sala de
juego, estos niños usaban a su madre como una base a partir de la que comenzaban a
explorar. Cuando la madre salía de la habitación, su conducta exploratoria disminuía y se
mostraban claramente afectados. Su regreso les alegraba claramente y se acercaban a
ella buscando el contacto físico durante unos instantes para luego continuar su conducta
exploratoria.
Cuando Ainsworth examinó las observaciones que había realizado en los
hogares de estos niños, encontró que sus madres habían sido calificadas como muy
sensibles y responsivas a las llamadas del bebé, mostrándose disponibles cuando sus
hijos las necesitaban. En cuanto a los niños, lloraban poco en casa y usaban a su madre
como una base segura para explorar.
Ainsworth creía que estos niños mostraban un patrón saludable en sus
conductas de apego. La responsividad diaria de sus madres les había dado confianza en
ellas como protección, por lo que su simple presencia en la Situación del Extraño les
animaba a explorar los alrededores. Al mismo tiempo, sus respuestas a su partida y
regreso revelaban la fuerte necesidad que tenían de su proximidad. Este modelo ha sido
Oliva Delgado, A
Revista de Psiquiatría y Psicología del Niño y del Adolescente, 2004, 4 (1); 65-81 67
encontrado en un 65-70% de los niños observados en distintas investigaciones
realizadas en EE.UU.
2. Niños de apego inseguro-evitativo (A). Se trataba de niños que se mostraban
bastante independientes en la Situación del Extraño. Desde el primer momento
comenzaban a explorar e inspeccionar los juguetes, aunque sin utilizar a su madre como
base segura, ya que no la miraban para comprobar su presencia, sino que la ignoraban.
Cuando la madre abandonaba la habitación no parecían verse afectados y tampoco
buscaban acercarse y contactar físicamente con ella a su regreso. Incluso si su madre
buscaba el contacto, ellos rechazaban el acercamiento.
Debido a su conducta independiente en la Situación del Extraño en principio su
conducta podría interpretarse como saludable. Sin embargo, Ainsworth intuyó que se
trataba de niños con dificultades emocionales; su desapego era semejante al mostrado
por los niños que habían experimentado separaciones dolorosas.
http://www.paidopsiquiatria.com/rev/numero4/Apego.pdfd.
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